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Entrevista a Tomi Lebrero, cantautor (Parte 1)


“El mundo melódico va muy rápido”

Tomi Lebrero, cantautor (31 años)

Por: Adrián Bechelli
Foto: Lula Bauer

Su canción mixtura de manera admirable lo urbano y lo rural. En el cuarto donde ensaya, un afiche grande con su cara dice: fui groso. Además de sus dos discos solitas (Tomi Lebrero y su puchero misterioso, Cosas de Tomi), trabajó de cancionista en varias películas. Aunque pocos lo saben: es un gran cocinero. Esta charla se dio en su casa, entre trigo burgol e higos en almíbar.


(Parte 1)

Esto lo dice Cohen (Leonard), creo que también te vas a identificar, yo cuando lo leí me sentí plenamente identificado: a la hora de hacer una canción, uno llama a todos los guerreros del ejército. Cuando estás ahí componiendo te entra desde Sandro hasta Deleuze, todo, y ya te chupa un huevo si uy esto funciona. Estás ahí probando todo, y todo va muy rápido. Por eso es tan misterioso también, porque no hay leyes. En ese momento te copás con todo. Es la libertad.

¿Qué es una canción?
Es un formato para expresar algo. Que tiene sus leyes, pequeño, simple en general, directo. Y justamente es muy difícil por eso. Como todo formato tiene sus reglas y tiene su impacto.

Hablemos del impacto...
Bueno, es algo muy emocional, de alguna manera. Admiro a esa gente que puede llorar, yo soy medio duro (Risas). Pero creo que si uno se pusiese más sutil seguramente sí, es como que sentís algo. Hay canciones que te producen ese algo emocional. Y a veces me copa también si hay algo intelectual. Como que va por varios lados. Hay algo que te saca, que te lleva a otra cosa que de alguna manera te saca de lo ordinario y te ayuda. Te eleva, si se quiere.

Te pasa mucho en algunas canciones, en vivo y a veces en los discos, que van tomando intensidad y de pronto te desbordás, y se produce una especie de caos.
Bueno, cada uno viene con sus características. Yo a veces siento que la locura, ese desborde, ese caos es un poco característico en mí. Siempre uno tiene que estar atento con sus lados que le fluyen más e ir trabajándolos. Mi búsqueda es como de ponerme más careta, como de emprolijar y esa mano, porque yo voy al mamarracho muy fácilmente. No lo quiero perder, no lo pierdo de vista, pero también a veces está bueno un poco equilibrar. Y por otro lado la locura, especialmente en vivo, cuando aparece, me encanta.

Justo el lunes fui a ver Alicia en el país de las maravillas, de Burton, y está el personaje ese de Jhony Deep del sombrerero, el loco, que lo hace genial, y es así: también la sociedad necesita locos. Te los están pidiendo de alguna manera. Hay veces que te toca cumplir ese rol, por más que seas cero loco. Yo soy un careta acá en mi casa, con todo ordenadito (Risas).

¿Cuál es tu miedo al mamarracho, cuál es la barrera que no se debe pasar?
El mamarracho tiene las leyes estéticas más distorsionadas, y está bueno, pero también te va a alejar de mucha gente.
Volviendo un poco a lo del principio, lo de la canción y esa mano, a mí me parece que es un formato que tiene mucho que ver con la canción y con lo popular también, y con la llegada, hacer vibrar al otro, como una cosa de resonancia, de ascendente en Leo. Por eso siempre me alucinaron mucho los Stones, y Jagger también me copa mucho.
Es muy raro porque también el mamarracho tiene algo muy rico.

Sandro era de Leo también.
Bueno, yo soy ascendente Leo, que es peor. Es como ser la caricatura.

No sé si lo viste a Sandro en escena…
Sí, sí, especialmente cuando se murió, que hubo mucha data en la tele. Y la re flasheaba. De hecho, este verano que estaba muy receptivo, me re influenció. Hice como cuatro temas sandrescos. Me parece un tipo que tenía una presencia escénica increíble.

Yo siento en tu textura expresiva, en lo escénico, con todo respeto y salvando las distancias, algo muy parecido a lo que hacía él.
Uy, gracias. Para mí Sandro es re de verdad. Un amigo mío de Bélgica lo escuchaba a Sandro y decía: loco, me encaaanta.

Tenés una forma de cantar que parece la de un cantor de radio vieja, una síntesis como de cantante urbano marginal, y rural, y a la vez de rocker.
Yo creo que uno se inventa un poco un personaje, de alguna manera. Vos lo escuchás a Aristimuño, se inventó esa voz y está buenísima. Lo que pasa es que la de él es más linda (Risas).
Las primeras cosas que yo tocaba en la guitarra, en la adolescencia, eran canciones camperas y copiaba a mi profesor de guitarra. Entonces un poco de eso se te va filtrando. Y por otro lado nuestra esencia es el rock. En esos bordes, en esas mixturas van apareciendo las nuevas voces.

¿Como pensás la construcción de personajes en tus temas?
Por un lado me re interesa esa cosa como más flaubertiana de entrar en personajes y vidas. Y por otro lado todos esos personajes tienen mucho de mí, de mi vivencia también. No sé cómo aparecen. Pero me parece que está bueno salirse de ser siempre uno. Y a veces me encanta ser hiper autoreferencial. La canción como género en sí, una de las características que tiene, es que es muy autoreferencial, y me gusta también.
Una canción que quiero tocar hoy que tiene música de Lucio (Mantel), es el personaje de una mujer que está muy conflictuada con su historia, con su madre… y está buenísimo estar en ese viaje, escribir desde un lugar femenino, y siempre encontrás puntos de contacto con tu propia vida. Pero a veces cuando se arma muy de laboratorio, como lo falubertiano extremo… Bueno, hasta ahí.

Hay algo del teatro, del actor, en eso.
Sí. Hice teatro, me encanta el teatro. Es una posibilidad más dentro de la canción. Justamente este género también tiene eso. Con Alvy (Singer) siempre hablamos de las tres patas de la canción: la parte musical, la letrística, y la interpretativa. En sí, como soporte artístico, esa era la palabra: soporte, me parece que es tremenda la canción. Si bien es chiquitita, permite muchas cosas. Mederos siempre decía: yo prefiero tres minutos en un tango que una ópera.

Estás dando con Alvy un taller de composición, La OrejaAtenta. ¿Cómo es esa experiencia?
Con Alvy nos copamos con la canción más a lo Beatles si se quiere o brassensesca. Está buenísima la experiencia. Se termina dando una efervescencia en la gente y en nosotros mismos, que te da ganas de ir a la guitarra, al papel.

Si tuvieras que dar cinco tips para hacer una canción...
Es tan misterioso… Si estás indagando un poco sobre eso, todo el mundo te va a decir un poco lo mismo. Hay una clase que hablamos bastante de eso, de tratar de concientizar un poco que cosa le sirve a cada uno. Y es muy interesante. De repente uno dice: yo necesito estar re tranca. Y otro te dice yo necesito que esté mi familia ahí al lado, los pendejos haciendo bardo, porque sino me siento solo y me angustio. No sé, cinco tips…

Desde tu punto de vista.
No tengo ninguna fórmula. A veces me gusta generar un poco el espacio, el tiempo. A veces la musa te asalta y eso esta genial. Pero en general son más ideas aisladas, uno está caminando en una calle, en una cola en un banco… Lo ideal para mí es cuando tenés una o dos horas, y decís: bueno, hoy me quedé tranqui. Eso es genial. Y después también tenés momentos que los vas necesitando.
Yo ahora hace un par de semanas que no compongo un tema y… (Hace gestos de desesperarse). Me lo estoy autoimponiendo también, no componer, porque también hay algo de que tengo mucha producción… me parece que tengo que empezar a afinar un poco más. En este momento quiero llevar esa libido creativa a un disco. Por más que para mí… Soy muy del primer momento, lo más excitante es hacer la canción, ese momento de soledad, de estar ahí con la masa, cuando está saliendo, es muy vertiginoso. No sé, es frustrante, pero no te puedo decir tips. En general necesito silencio.

Continuará...


Escuchá a Tomi Lebrero en:
http://www.myspace.com/tomilebrero

Información sobre el Taller de Canciones La OrejaAtenta:
tomylebrero@hotmail.com
janoseitun@gmail.com

Entrevista a Alex Perret, fotógrafo.

"Viajar es la mejor escuela"

Alex Perret, fotógrafo (30 años)


Por: Adrián Bechelli


Nacido en Francia, salió a recorrer el mundo sin saber nada de fotografía. Hoy su obra abre maravillosas ventanas para mirar el norte argentino y la cultura andina. En su estudio, muy cerquita del cerro de siete colores, compartimos esta charla sobre viajes, búsquedas y fotos imposibles.




¿Que buscás cuando sacás una foto?

Mostrar lo que veo. Si me emociona, ahí saqué una buena foto.


¿Te acordás la primera vez que viste una foto que te gustó mucho?

Sí, de mi padrastro. El loco fue a Africa con su mejor amigo, que era cura. Y sacó fotos de niños africanos. Y cuando lo conocí, cuando mi vieja se juntó con él, a los 8 años, en el living de la casa había fotos de esas. Y cada día de mi vida cuando volvía a casa las veía, la veía, las veía. Esas fotos me dieron a mí ganas de viajar, no de sacar fotos. Y en el viaje me dieron ganas de sacar fotos. Soy muy observador, me gusta mirar todo.


¿Qué es viajar para vos?

Y… de todo. La mejor escuela que hay. Es aprender del otro, de la gente. Aprendés todo el tiempo.


¿Qué te gustaría que le pase a alguien que ve tus fotos?

Que vea o se imagine lo que yo ví u otra cosa. Que le provoque emoción. Si te emociona una de mis fotos, a mí me hace feliz. Ahí hice arte, ahí creé algo. Una reacción del otro: ahí ya creaste algo.


¿Dónde está la creatividad del fotógrafó?

Para mí en la parte social. En la temática, lo que vas a mostrar.


¿Cuál es la mejor foto que no pudiste sacar?

Hay varias. Hace 10 días, había en una esquina un perro durmiendo en una cuna, y la dueña, una señora de 70 años, una cholita hermosa. Era un fotón. Lo vi y dije: ¡wuau, qué foto! Sabía que me iba a decir que no. Fui a averiguar, me dijo no y bueno… Hay fotos que no podés sacar, que son increíbles pero no las podés sacar.


¿Si no te autorizan no las sacás?

No... Pero si me gusta mucho, hablo. Si es un retrato fuerte, ahí sí pregunto. O muestro la cámara. Voy charlando. Tengo un par de chamuyos.


Contame algún chamuyo lindo...

Uno fue en el malón de La Paz, había un montón de pibes, de veinte, veinticinco años, indígenas de acá pero bien anarquistas, y cuando me vieron llegar con el trípode y la cámara, y dije: soy francés… no había forma. Pero me pidieron de cantar, fui con ellos, nos cagamos de la risa. Y en un rato, cuando ya me había olvidado, me dijeron: dale, sacá.


¿Tuviste algún maestro que admires?

No tengo cultura fotográfica. No estudié, así que no.


¿Y algún fotógrafó?

Sí, Gregory Colbert. El chabón desapareció hace veinte años y apareció con una muestra que relaciona lo humano con el animal. Unas fotos que las mirás y decís no, no puede ser, está trucada. Y ahí sí me quedé careta. Después un francés que hizo una muestra de la tierra desde el cielo: Yann Arthus Bertrand.... Es la mejor muestra hoy por hoy. Igual cagó el chango, no va a ser fácil para él superarse.


¿Cómo arrancaste como fotógrafo?

En Argentina. Llegué en 2004, me compreé un reflex, me fui a ver un fotógrafo y le pedí que me enseñe diafragma, velocidad, todas esas cosas. Y ahí me tomé veinte horas de curso y después me vine para acá (Purmamarca) y empecé a sacar fotos. En Jujuy y en Bolivia. Quería mostrar a otros lo que veía, para que viajen un poquito. Para que vean otras cosas. Y así fui mostrando mi trabajo, lo que hacía. Mostrando mucho, que para mí es el secreto. Mostrás y así le gente te dice, ves reacciones sobre unas fotos y sobre otras no, y así. Te das cuenta de cómo va la cosa.


¿Por qué viniste a Argentina? ¿Qué te interesó?

Una argentina (Risas). No, vivía en España y trabajé mucho con gente de Sudamérica, y con todos los argentinos que encontré allá había mucha onda. Y me vine de vacaciones por seis meses, y me quedé un año y medio. Después hice otro viaje y volví en el 2006, y ahí me quedé.


¿Qué es lo que te fascina de la cultura andina?

La gente. Y el lugar es un flash. Purmamarca es un pueblito de cuatro cuadras, todo de adobe, con el cerro de siete colores. Es mágico. La energía es muy loca. Igual la gente, es muy sencilla. No tienen maldad. Otra cultura, otra educación. Ahora Jujuy es Argentina, no es Bolivia. Tienen la cultura andina, pero una chispa Argentina. Esa mezcla me gusta mucho.


¿Algún consejo para alguien que empieza a sacar fotos?

Que viaje. Y que sea social. Que no tenga miedo de poner la cámara, que vaya a sacar fotos donde quiera, que ande en la calle con la cámara en la mano si puede, así va a sacar las mejores fotos. Que mire, que vaya a hablar con la gente, que no tenga miedo a charlar. Nunca molesta preguntarle a alguien, te va a decir: no, papi, o sí, saca. Y cuando te dicen que sí… ¡ah, listo!


Más fotos de Alex Perret:

http://www.alexperret.org